Un centenar de personas cuidaron durante días de los huevos que una tortuga boba puso en un nido en la playa de la Savinosa de Tarragona hasta que eclosionaron. Nacieron 86 ejemplares. Fue el único nido de la temporada en toda Catalunya. Cumplieron así un triple objetivo: proteger, sensibilizar e informar sobre una especie que nos necesita.
El grupo más activo fue de una treintena de personas, en su mayoría mujeres. Incluso había voluntarios de Girona y Barcelona, aunque la mayoría eran de la propia Tarragona y de Reus.
Entre las voluntarias, Carme Rovira explica que se incorporó al grupo para “ayudar al medioambiente. Las noticias sobre el cambio climático son frustrantes, cada vez son peores, y quería aportar mi granito de arena”.
La Generalitat, el Ayuntamiento de Tarragona, el Port y el CRAM (Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos) les rindieron un cálido homenaje a los voluntarios y voluntarias.