Que los que aprenden enseñen y ayuden a integrarse en nuestra sociedad a personas que han tenido que abandonar su país. Esta es la esencia del proyecto ‘Nadiya’ (‘Esperanza’ en ucraniano) en virtud del cual alumnos y alumnas de Cuarto de ESO del colegio Institució Aura-Turó, ubicado en Constantí, enseñaron catalán y castellano a dos grupos de refugiados ucranianos que huyeron de la guerra. La mayoría son mujeres, puesto que gran parte de los hombres tuvieron que quedarse en Ucrania al ser llamados a filas para defender su país.
‘Nadiya’ forma parte del proyecto Aim for change!, impulsado por la Institució Familiar d’Educació. Se enmarca dentro de la asignatura de ‘Aprenentatge i servei’, que incluye cada año alguna actividad solidaria.
Desde hace unos años, el Departament d’Educació quiere desarrollar en todos los centros educativos diferentes proyectos con el objetivo de consolidar varios procesos de aprendizaje en el entorno escolar, con el espíritu de potenciar el servicio a la comunidad. La clave de la propuesta es articular iniciativas en base a las necesidades reales del entorno para mejorarlo.
En el proyecto ‘Nadiya’, los chicos y chicas de Institució Aura-Turó impartieron sesiones de 90 minutos a los refugiados, bajo la coordinación de los tutores y tutoras de Cuarto de ESO, y con la supervisión, orientación y seguimiento de una profesora con Master en lengua extranjera (DELE).
El objetivo era promover la cohesión social, la relación y entendimiento de personas de procedencia y cultura diferentes mediante el aprendizaje de una lengua. Se pretendía también impulsar la tolerancia y la solidaridad, estableciendo un compromiso con la igualdad de oportunidades de modo que las personas refugiadas tuvieran conocimientos de castellano y catalán como una herramienta fundamental para integrarse y encontrar un empleo mientras no puedan volver a casa.
Javier, uno de los alumnos que impartió clases, explica que “hemos visto que enseñar no es tan sencillo, muchas personas diferentes deben entender lo que intentas explicarles, y esto no es fácil". De la experiencia, Javier se ha llevado “un poco más de humanidad. Hay gente que pasa por situaciones muy graves. Si puedes ayudar, debes hacerlo".
Una compañera, Gemma, resalta el “granito de arena que aportamos a personas que tienen un problema realmente muy grave. Con esta experiencia aprendimos a empatizar con ellos y quisimos ayudarles a integrarse y que se sintiesen parte de nosotros".
A una tercera alumna, Iria, le llamó la atención que “a pesar de pasar por la situación en la que están, (los refugiados) te sonríen y no pierden nunca las ganas de aprender". Lo dicho. Los que aprenden también enseñan.
