Carolina Gómez es una madre de Salou que lucha incansablemente para que su hijo Harry reciba la educación especial que necesita. Harry, de cinco años, sufre Trastorno del Espectro Autista (TEA) de nivel 3, el más severo. No se comunica ni se relaciona, tiene un grave retraso del desarrollo y su discapacidad es del 75%
Hasta ahora Harry disfrutaba de la escolarización compartida: era alumno de la Escola Vora Mar y también del centro de educación especial Solc, en el marco del programa Petites Mirades. Sin embargo, este curso, a pesar de haber solicitado de nuevo un centro especializado, le han denegado la plaza y únicamente acude al colegio ordinario. «Es como tirar a un niño a la piscina sin saber nadar», se queja su madre, Carolina Gómez.
El Departament d’Educació de la Generalitat rechazó su petición de plaza en educación especial en base a los informes que elaboró el EAP (Equips d’Assessorament i orientació Psicopedagògic). «Toman una decisión después de ver a mi hijo 10 minutos en un año, pero a mí nadie me ha consultado cómo se comporta o qué necesita», critica la madre. Carolina quiere conseguir que vuelvan a admitirles en la escolarización compartida.